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Troy Nahumko is an award-winning author based in Caceres, Spain. His recent work focuses on travels around the Mediterranean, from Tangier to Istanbul. As a writer and photographer he has contributed to newspapers and media such as Lonely Planet, The Globe and Mail, The Sydney Morning Herald, The Toronto Star, Couterpunch,The Irish World, The Straits Times, The Calgary Herald, Khaleej Times, DW-World, Rabble and El Pais. He also writes a bi-weekly op-ed column 'Camino a Ítaca' for the Spanish newspaper HOY. His book, Stories Left in Stone, Trails and Traces in Cáceres, Spain is published by the University of Alberta Press. As an ESL materials writer he has worked with publishers such as Macmillan and CUP.

Monday, August 17, 2020

Reading the Surface: An Interview in the Regional Newspaper

 I was interviewed recently for a summer piece the regional paper focusing on foreigners living in Extremadura. For reasons of space, they had to cut out a lot of my replies. This could have led to some misunderstandings...but judging from the comment section, some people read and understand what they want to...no matter what you say. 

Here's the full-length version in the original Spanish.

–¿Por qué vino a Extremadura?

La primera vez que visité, dormí debajo de un puente, literalmente. Me dirigía a Marruecos después de haber caminado de Santiago a Lisboa y de alguna manera llegué a Mérida. Pasé el día explorando la ciudad y luego pasé la mayor parte de la noche cerca del río mientras esperaba el autobús a Algeciras.

–¿Qué impresión tuvo cuando llegó?

La primera vez fue en la primavera y recuerdo estar fascinado por el cielo. Era un azul tan puro. Bajo ese azul, todo a mi alrededor adquirió una calidad cinematográfica. La segunda vez fue en agosto y recuerdo haber bajado del autobús en Navalmoral a mediodía. De nuevo, fue como una película, pero esta vez un western distópico. El intenso calor creaba una neblina a la distancia y la estación estaba completamente desierta. De repente, la canción del Coche Fantástico comenzó a sonar desde un juguete para niños de esos que funcionan con monedas. Surrealista.

–¿Cuál es la mayor diferencia que ha encontrado entre el modo de vida de aquí y su lugar de origen?

Eso es difícil de decir. Dejé Canadá cuando tenía diecisiete años, por lo que mis recuerdos definitivamente no coinciden con la realidad allí de hoy en día. Mis recuerdos son como una imagen polaroid granulada, sin cinturones de seguridad, ceniceros desbordados y cocinas de plástico que nunca habían visto ni olido a ajo y aceite.

–¿Cómo le recibieron aquí?

España, en general, es extremadamente acogedora para los extranjeros. Sin embargo, soy uno de los inmigrantes que se denominan como "expatriados" y de ninguna manera soy un refugiado, a menos que me consideres ser refugiado climático. Creo que mi experiencia sería significativamente diferente si fuera de algún lugar al sur del Mediterráneo.

–¿Tardó en acostumbrarse a vivir aquí o se adaptó enseguida al ritmo de vida?

Supongo que lo más difícil de adaptarse es la forma en que se divide el día, con el almuerzo largo y donde no pasa nada hasta las cinco.

–¿Cómo ha cambiado su visión de la región en el tiempo que lleva aquí?

Cuanto más vivo aquí, más me doy cuenta de lo poco que sé.

–¿Podría definir Extremadura con tres palabras?

Genuina, sufrida, vasta

– ¿Qué es lo que más le conquistó de esta tierra?

Con alguien de Extremadura y la tierra misma, lo que ves es lo que tienes. En un mundo de quimeras, eso puede ser bastante refrescante.

–¿Y lo que menos?

Desafortunadamente, esa misma autenticidad también puede conducir a la resignación y la apatía si se lleva al extremo. Simplemente no entiendo por qué la gente aquí acepta el estado no escrito de ciudadanos de segunda clase. Y este estado se alimenta de lo que el Quijote llamó raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes.

–¿Qué destacaría de los extremeños?

Su capacidad de disfrutar del momento. Esto es algo en lo que todavía estoy trabajando.

–¿Qué cree que necesita Extremadura para su desarrollo?

Necesitamos decidir si queremos seguir siendo serviles al poder, en cualquier forma que tome.

– ¿Cuáles son sus sitios favoritos de la región?

Me encantan las piscinas naturales. Son algunos de los lugares más civilizados de la tierra. Algo que los españoles hacen bien es tomar algo encantador y asegurarse de que haya un bar cerca con buena comida y cerveza fría.

–Extremadura es un paraíso natural ¿en qué sitios le gusta perderse?

La Sierra de Gata es uno de mis lugares favoritos. Sin embargo, algunas áreas que me gustaría explorar más son Las Hurdes, el Geoparque y la Raya alrededor de La Codosera.


–¿Qué rincones recomendaría visitar de la ciudad/pueblo en el que vive?

Vivo junto a la muralla del casco antiguo de Cáceres y vale la pena explorarlo una y otra vez. Lo que pasa es que la gente generalmente solo lo ve como hermosas piedras antiguas, pero si lo observas más de cerca, más detenidamente, te das cuenta que hay una comunidad que hace sus vidas junto a esas piedras. Recomiendo que echen un vistazo más profundo.

–¿Qué echa de menos en el lugar donde vive?

Una pregunta fácil, conexiones decentes de transporte público.

–¿Los servicios públicos con los que cuenta son suficientes? ¿Y las propuestas culturales y el comercio?

Cuando vine aquí por primera vez, el sistema de salud me sorprendió, era mucho mejor que cualquier cosa que hubiera visto. Desafortunadamente, los recortes continuos has reducido su eficiencia. Al comienzo de la pandemia, parecía que las personas se daban cuenta de esto, pero ya veremos si siguen con la idea de apoyarlo incluso más.

Ir de compras para mí es casi lo mismo que ir al dentista, no es algo que espero con ansias. Puede que haya estado en la Siberia varias veces, pero nunca he pisado El Faro.

–¿A qué dedica su ocio?

Cuando puedo, viajo. Después de haber explorado más de 50 países, ahora prefiero viajar más lento y más profundo.

–¿La cercanía con Portugal es un aliciente? ¿Suele viajar con frecuencia al país vecino? ¿Dónde va?

Amo Portugal y, de hecho, como escritor, las diferencias entre los dos países me fascinan. Tuve la oportunidad de tocar en Monsaraz de Reguengos el pasado verano. El embalse de Alquevar fue una revelación y a la vez una desacreditación del mito de que solo el Paquito Rana podría construir embalses.

– ¿Le gusta el clima extremeño?

Cuando las personas hacen esa pregunta, generalmente se refieren al calor del verano, pero en realidad no me molesta. Nadie me cree cuando digo esto, pero lo que menos me gusta es el frío. Salí de Canadá por una razón.

– ¿Suele recomendar a sus familiares y amigos que vengan de vacaciones o a vivir a Extremadura? ¿Por qué?

Claro que sí. Y suelen agradecer la oportunidad de ver un lado de España que no suele salir mucho en la televisión. De hecho, he estado hablando con algunas personas sobre la creación de un programa de televisión en este sentido, de presentar Extremadura desde una perspectiva diferente. Espero que ocurra.

–¿Hay algunas costumbres o tradiciones que le hayan llamado especialmente la atención?

Todavía estoy tratando de entender la Semana Santa, ese demonstración, aparentemente contradictorio de la fe. Por un lado, es una manifestación muy ‘pública’ pero a la vez oculta. Este exhibicionismo de muchos que no han pisado la iglesia desde que se casaron hace que todo el evento sea muy complejo de comprender.

–¿Suele acudir a fiestas de interés turístico o a acontecimientos culturales como el Festival Internacional de Teatro de Mérida?

Hay dos fiestas que, como escritor de viajes, es difícil justificar por qué todavía no las he visto. Uno es el Jarramplas en Piornal. El otro son los empalaos en Valverde.

–¿Qué es lo que más le gusta de la gastronomía extremeña?

Probablemente sería más fácil hacer una lista de las cosas que no me gustan. Uno de mis mayores confusiones es cómo, en un lugar que tiene una comida tan maravillosa, pueden continuar sufriendo un pan tan terrible.

– ¿Dónde ha viajado o va a viajar este verano?

Teníamos billetes para ir a Nueva York y luego cruzar a Canadá este verano. Obviamente, eso no va a suceder, así que este verano espero explorar todo lo que podamos a pie. Tengo hijas de siete y nueve años y espero explorar sus raíces y conocer un poco mejor de dónde vienen.



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